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ROI (Return On Investment) mide la rentabilidad de una inversión. Fórmula: ROI = [(Valor final - Inversión inicial) / Inversión inicial] x 100. Por ejemplo: invertiste 1.000€ y tienes 1.200€, tu ROI es (1.200-1.000)/1.000 x 100 = 20%.
La rentabilidad simple calcula intereses solo sobre el capital inicial. La compuesta reinvierte los beneficios, generando intereses sobre intereses. A largo plazo, la diferencia es significativa: 1.000€ al 5% anual simple en 10 años = 1.500€; compuesta = 1.629€.
Considera: volatilidad histórica, diversificación, horizonte temporal, y tu tolerancia al riesgo. Inversiones seguras (depósitos) dan rentabilidad baja pero estable. Inversiones de riesgo (acciones) pueden dar mayor rentabilidad pero con pérdidas posibles.
TAE (Tasa Anual Equivalente) incluye todos los costos y se usa para productos bancarios. TIR (Tasa Interna de Rendimiento) es la rentabilidad real considerando el momento de los flujos de caja, más usada para evaluar proyectos de inversión complejos.
La inflación reduce el poder adquisitivo real. Si tu inversión da 3% anual pero la inflación es 2%, tu rentabilidad real es solo 1%. Para mantener tu poder adquisitivo, tus inversiones deben superar la inflación esperada a largo plazo.
Rentabilidad mide el rendimiento porcentual (ganancia/inversión × 100). ROI (Return on Investment) es el mismo concepto pero puede incluir flujos de caja intermedios. Ejemplo: inviertes $1,000, ganas $150. Rentabilidad = 15%. También considera el tiempo: 15% anual vs 15% en 6 meses es muy diferente.
A mayor riesgo, mayor rendimiento esperado. Evalúa: volatilidad histórica, diversificación, horizonte temporal, tu tolerancia al riesgo, ratio Sharpe (rendimiento extra por unidad de riesgo). No te dejes llevar solo por altos rendimientos sin considerar la probabilidad de pérdidas.
Divide 72 entre la tasa de rendimiento anual para saber en cuántos años duplicarás tu inversión. Ejemplo: 8% anual = 72/8 = 9 años. Es útil para comparar inversiones rápidamente y entender el poder del interés compuesto a largo plazo.
La diversificación reduce riesgo sin sacrificar rendimiento esperado. Regla básica: no más del 5-10% en una sola empresa, diversifica por sectores, países, tipos de activos (acciones, bonos, bienes raíces). El número óptimo son 20-30 posiciones diferentes para minimizar riesgo específico.
Define criterios antes de invertir: objetivo de ganancia, límite de pérdida (stop-loss), cambios fundamentales en la empresa/sector. Evita decisiones emocionales. Considera: costo de oportunidad, implicaciones fiscales, tu estrategia general. A veces es mejor realizar pérdidas para optimizar impuestos.